lunes, 7 de marzo de 2011

1. ¿Por qué escribir?

En la imposibilidad de la palabra,
en la palabra no hablada
que asfixia,
me encuentro a mí mismo.





Hace un par de años empecé a escribir. Me sentaba ante la hoja en blanco de un cuaderno tratando de llenarla con mis pensamientos. El objetivo era salvar mi alma volcando mi angustia en el papel. Pero nada cuajó realmente y una vez tras otra lo fui dejando de lado, diciéndome que ya volvería a ello más adelante. Nunca lo hice. Volví a la desolación de mis propios pensamientos; me los guardé. Una obsesión lo encierra a uno entre los muros de su soledad y no le permite ver otra cosa que sus propios pensamientos; el silencio de los pensamientos. Demasiados pensamientos en esta gran cabeza.


No sé muy bien por qué estoy escribiendo. Pero de repente, después de todo este tiempo, siento que tengo algo que decir y que si no lo escribo rápidamente, mi cabeza estallará. No importa si lo lees, ni siquiera importa si voy a publicar estas líneas. La prosa me ofrece la oportunidad de ordenar mis conflictos y contradicciones. No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago.  
Tengo muchas ideas en la cabeza. Mi mente no descansa nunca. Mi necesidad de escribir es tan grande que creí que la historia se escribiría sola. Sin embargo, tan pronto como pienso una cosa, ésta evoca a otra y esta última a otra más, hasta alcanzar una acumulación tan grande de detalles que tengo la sensación de que me van a ahogar. Nunca antes había sido tan consciente del abismo entre el pensamiento y la escritura. La pluma nunca se moverá con la prisa suficiente como para reproducir cada palabra descubierta en el ámbito de la memoria. Algunas cosas se pierden para siempre, otras quizá vuelvan a recordarse, y otra más se encuentran y se pierden una y otra vez.

Teóricamente, me siento inspirado y cuando no estoy escribiendo mi cabeza está llena de ideas. Pero cada vez que me siento para pasar algo al papel, mis pensamientos parecen desvanecerse. Las palabras mueren en el momento en que levanto el lápiz; no acuden en mi ayuda para decir lo que quiero. Por primera vez soy consciente de la verdad: nunca conseguiremos decir lo que queremos decir, y todo lo que se diga será dicho con el conocimiento de este fracaso. Estoy separado de mis propios pensamientos por un muro, atrapado en una tierra de nadie entre el sentimiento y su articulación, y por mucho que trate de expresarme, raras veces logro algo más que un confuso tartamudeo.
 
No tengo costumbre de hablar de mí mismo. Me pone incómodo. Nunca he tenido valor para enfrentarme a un público y expresar mis sentimientos. En principio pensé que sería mejor no tener que ser yo mismo. Luego, en cambio, me imaginé incluyéndome en la narración. De este modo la historia se hace real; o lo contrario, yo me vuelvo irreal: un producto más de mi propia imaginación. Pero entonces llegó la inspiración.


Como lector, invariablemente me apropio de escenas y situaciones de un libro y las aplico a mis propias experiencias, o viceversa. De hecho, hay momentos en los que cada cosa que surge ante mis ojos es un reflejo de lo que sucede en mi interior. En este sentido, siempre hay algo impreciso que nos hace atender la obra de un autor, algo que no podemos definir, pero que resulta fundamental. Ese algo hizo que un día levantase aquel libro rojo (Leviatán), dando comienzo a mi relación con Paul Auster. La relación más larga que he tenido nunca con un autor. Es tal la identificación que siento con sus personajes, que he decidido que sean ellos los que hablen por mí. O, dicho de otro modo, hablaré a través de ellos. 









Éste es un libro de fragmentos, una recopilación de aflicciones y sueños medio recordados.
 

sábado, 19 de febrero de 2011

A modo de justificación

La historia de este blog tiene su origen en mi identificación, casi enfermiza, con los personajes de las historias de Paul Auster. Esta obsesión me llevó a idear un proyecto que comenzó hará un par de años. Entonces decidí leer toda la obra literaria de Auster en orden cronológico. Esta primera parte culminó (de momento) en Noviembre de 2010 con la novela Sunset Park.
En un principio, la idea era simplemente eso, leerlo todo sin más. Pero, debido a mi otra obsesión, las frases, la tarea pronto derivó en otra cosa.
He de mencionar aquí que siempre que leo un libro (en general, cualquier texto, letra de canción, ...) suelo subrayar palabras, ideas, frases, que me transmiten algo; está claro que lo que subrayo depende de mi estado emocional del momento, pero también puedo sentirme identificado con hechos de mi pasado.
El caso es que, mientras leía la bibliografía completa de Auster, comencé a "estudiar", sin ningún rigor, (soy un simple aficionado) sus influencias y sus temas recurrentes: ausencia del padre, azar, metaliteratura, historias dentro de historias dentro de historias... Todo esto  me llevó a otras lecturas ciertamente interesantes y enriquecedoras, al mismo tiempo que me iba haciendo una imagen global del mundo literario de Auster.


No sabría decir exactamente cuando brotó en mi cabeza la semilla de lo que sería la segunda parte de mi proyecto. Pero sí puedo decir cuando recibió el impulso definitivo (espero) para retomarla. Recientemente he vuelto a tener presente el musical Across the universe. Para quien no lo conozca, baste decir que se trata de una historia "formada" por canciones de los Beatles; concretamente, la directora y los guionistas seleccionaron 32 composiciones escritas por los miembros del cuarteto de Liverpool y crearon una historia.
Y en esto consiste precisamente este blog. Seleccionando, de entre todas las frases e ideas latentes en los textos de Auster, pretendo trazar una especie de autobiogtrafía.

¿Locura? Puede ser; pero necesito hacerlo.